Conózcote casi apenas
pues ni tu voz recuerdo.
Pero sueño con las caricias aquéllas
que te regalen mis dedos:
con mis manos ararte el cuerpo
y surcarte sin medida los labios.
Sembrarte a lametones el cuello
para hacerte el amor con el gallo.
Quisiera labrarme tu sonrisa
y trabajarme tu mirada,
racimarme en tu cinturita
para ser recolectado por tus ganas.
Fantaseo con tu piel nívea
adornada de estrellas oscuras,
y seguro que allí eres mujer ígnea
alimentada solamente por gula.
Mi boca es fértil en besos,
y la tuya parece de regadío.
Juntémoslas sin miedo
y dejemos crecer el cultivo.
Aprovechemos que hay bonanza,
que estamos en la buena época.
Yo te espero aquí en mi granja
mientras te dedico esta égloga.
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