Hoy, de repente, me he visto llorando. Me ha cogido de sorpresa el salado sabor de las lágrimas, y cuando me he dado cuenta, sólo podía pensar en ti. Miles de recuerdos a la velocidad y con la forma de un flash, pero con una intensidad tal que me han sacudido los cimientos, hasta el punto de que, como decía, me he derrumbado. Me han venido ganas de pasear, de tocarte, de olerte, de mirarte, de tenerte, de sentirte. He querido quedarme sentado, o de pie, simplemente contemplando tu belleza. Saberte mía, porque siempre así te sentiré. Porque tuyo siempre seré. Pase lo que pase. Pase quien pase. Hagan lo que hagan. Dondequiera que esté, con quien quiera que esté, tú siempre serás la primera. Sin ninguna duda. Nunca jamás te engañaré, ni nada te reemplazará. No me embaucará otro olor, ni otra belleza, por muy exótica que sea. Tu lenguaje, tu finura, tu figura, tus colores… Eso no se encuentra en ningún lado. El verde y el azul nunca fueron tan bonitos como cuando tú decidiste portarlos. Y cuando los acompañas con el amarillo… Arrolladoramente irresistible. Nadie los ondea como tú.
Hoy, de repente, me he visto llorando porque te echo de menos. Me he preguntado cómo estarás, si ha cambiado algo en tu vida en este tiempo, y si lo ha hecho, si ha sido para mejor o para peor, si lo querías o es que simplemente ha venido así. Me he preguntado cómo te estarán tratando en mi ausencia. Y me he visto oliendo de nuevo tu perfume, el único que tienes, pero al mismo tiempo tan exquisito… Me he visto recorriéndote, enterita, porque te sé como a mí mismo: este camino de por aquí, aquél de por allá, y aunque ya conozco ese rincón, me encanta frecuentarlo, y aunque ya conozco aquél, visitarlo siempre es un placer. Siempre que hemos estado separados te he echado de menos. Lo que no sabía es que algún día lloraría por no tocarte, por no sentirte, por no tenerte. Ahora sólo tengo mi memoria y algunas fotos. Pero te aseguro que los recuerdos que tengo son y serán imborrables. Risas, llantos, fiestas, noches, días, tardes, paseos, una flor aquí, una ola allá… Nunca jamás nadie ni nada podrá borrar tantos momentos juntos. Nunca jamás nada ni nadie podrá hacer que me olvide de ti. Nunca. Y no son habladurías.
Hoy, de repente, me he visto llorando porque te echo de menos y porque he comprendido que es imposible estar a tu lado en este momento. Siempre te llevo por bandera, y siempre lo haré, porque presumir de ser tuyo es algo que hago sin obligación ninguna. Me sale solo, y el orgullo que siento al decirlo es inmenso. Pronunciar tu nombre, entero, o acortado, me produce mucha felicidad, que nace del mismísimo centro del amor que por ti siento. Pero lo mejor es cuando alguien que no te conoce lo pronuncia: la música de tu nombre reverbera en mis oídos, evoco mi vida a tu lado, y una sonrisa se dibuja en mi rostro, pintada por el placer y la nostalgia que siento cuando la película de mi vida contigo pasa ante mis ojos.
No sé si tú me quieres o no. No sé si me extrañas. Realmente, no sé qué sientes por mí. Pero una cosa sí puedo asegurártela, y es que mi amor por ti es incondicional, impoluto, constante, declarado, valiente, impertérrito, inmortal, profundo, sincero, inflamable y visceral. Pero sobre todo es contagioso. Porque me encargo de presentarte a todo aquel que no te conoce. Y ésos te aseguro yo que más temprano que tarde acabarán amándote desde la umbría hasta la punta, para acabar pregonando, igual que hago yo, te amo Punta Umbría. Y en algún momento de sus vidas sentirán esto que siento yo hoy.
Hoy, de repente, me he visto llorando porque te echo de menos y porque he comprendido que es imposible estar a tu lado en este momento. Pero sé que no soy el único.
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