jueves, 5 de junio de 2008

Vuelta a casa / Si ha de haber

Tras un largo período de estancamiento de la palabra escrita, directamente proporcional a un estado vital turbulento, mis palabras de nuevo ven la luz, de nuevo salen de mí para encontrarse con ti, de nuevo.

Y lo primero que sale de este tonto que tanto te quiere es... es... ¿qué puedo decir que no te haya confesado ya? Bien, pues puedo decir es que tú eres la mujer que es capaz de modificar mi voluntad casi a su antojo; la que hace que tenga ganas de vivir; la que me hace sentir más y mejor hombre; la que me hace subir en cohete, darle siete mil vueltas a la Tierra, bajar de nuevo, recorrer los cinco continentes, y volver a subir con sólo acariciarme; en la que pienso día sí, minuto también; la que me da de comer miradas y risas, y sus andares “pa empujá”; la que me enseña a ser mejor persona cada día; la que me enseña a hablar; la que me cuida; la que me eleva o me baja los humos según sea necesario; la que me cree; la que tiene la llave de mi vida; la que tiene el secreto de mis besos; la que se cuida para mí; la que me admira y yo admiro; a la que pregunto si esto o aquello le gusta, y su opinión es casi definitiva; la que si estoy convaleciente me da un beso y un abrazo y se me quita “to” lo malo; con la que comparto decenas, millones de canciones; con la que hago y deshago la cama; la que tiene la voz más bonita del mundo y sin la cual no puedo dormirme; la que tiene el olor del jazmín, el azahar, el coco, la mar y la sal; la que al sonreír me alegra el corazón y al reír me alegra la vida; la que si llora se me encoge el alma; la mujer que me hace vibrar; la mujer que me llena de vitalidad; la mujer que aunque a veces me haga ser esclavo no cambio por mi plena libertad, porque al igual que Luis Cernuda, “libertad no conozco sino la de estar preso en alguien”, y ella es ese alguien; aquella con la que hago un paradisíaco viaje haciéndola disfrutar; la mujer a la que doy mis cosas; la mujer por la que a veces me comporto así; la mujer gracias a la cual me hago mejor amigo, mejor amante, mejor compañero; la mujer que hace de arco iris en mis días nublados; la mujer que obnubila mis labios cuando se pasea por mi boca; la mujer que se encarna en brisa fresca cuando más calor tengo y en mantita cuando más frío hace; la mujer más valiente que he visto, aunque ella no creas que lo eres; la mujer que me vacía de tristezas; la mujer que encuentro en las canciones; la mujer que describen los poemas de Pablo Neruda, Luis Cernuda(sí, Luis Cernuda), Pedro Salinas, Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Quevedo, Alberti, aquel de Jaime Sabines (no es que muera de amor…), y otros tantos; la mujer capaz de hacerme sentir el más querido y el más odioso; la mujer con la que al compartir la almohada, me hace el más dulce de los regalos; la mujer con la que río sin parar por una caída; la mujer por la que daría todo lo tengo y a la que doy todo lo que tengo; la mujer que me ha enseñado Cádiz y por qué hay que quererlo; la mujer que se maravilla con cada cosa que le explico; la mujer por la que soy capaz de perder una tarde entera buscando tonterías para hacerla sonreír; la mujer que está a mi lado; la mujer que echo más de menos; la mujer que me hace descansar más y dormir menos de lo que quiero; la mujer con la que he pasado más de veinticuatro horas polares; la mujer por la me encarno en técnico del termo, actor, electricista, cocinero, copiloto, papirofléxico, escritor, jardinero, camarero, lo que haga falta; la mujer que ocupa las portadas de las revistas de mi amor; la mujer cuyo rostro aparece en las monedas de oro que rebosan en el cofre de mis sentimientos; la mujer que se pasea por mi interior sin descanso; la mujer a la que no puedo decirle que volveré porque nunca me iré; la mujer 27 82 77; la mujer que anhelo, echo de menos, quiero, necesito y amo. Mi compañera. TQABC… Si he de resaltar a una mujer, que sea a esta. Si ha de haber una por encima de las demás, que sea ella.