lunes, 22 de agosto de 2011

Juego de juglares

Empezando a terminar el comienzo del final, subo lo que bajé sin saber que había bajado tanto. Creía haber borrado todo lo que escribí, pero lo que escribí parece imborrable. Imposible poner final a una historia interminable que se terminó porque se le puso final. Imaginando lo inimaginable, repitiéndome que no se repetirá, lamento mis lamentos por mí. Me aburro de no aburrirte a besos, y añoro reírme porque te ríes de que me río de que sonríes. Canto canciones cantadas, aguardo mirar tu mirada mirando, espero esperarte y que no me esperes. Quiero que quieras que te quiera. Jugaríamos a juegos de juglares, y conversaríamos conversaciones conversables. Gritaríamos los susurros y susurraríamos los gritos mientras entramos en la salida y salimos por la entrada. Revistiéndonos, reverteríamos de un modo irreversible la reverberación de la revisión de revistas revisadas. Agruparíamos grapándolos grupos de greguerías cual grillos griegos, y tontearíamos tanto intentando tantear tentaciones, que de tanto tontear intentando tantearnos, acabaríamos tintineando como tantos tontos que han tentado sus tentaciones: maravillas mareadas del mariposeo, mariposas maravillosas del mareo, maravilla de marea de mariposas maravillosas. Directo hacia una dirección directamente dirigido, truena un trueno atronador, atrincherado pero no atribulado, atrapado pero no atrofiado. Ay qué ver lo que hay que ver. A ver si ahora me dices que decimos dócilmente dieciséis o diecisiete decenas de sandeces.

Si con tu mata yo me meto, meto como una muta mis mitos, mis motes y mis metas en la maleta de mi moto, y que el necio narciso de nacido novicio frunza frígido frenando fronteras de fraternidades. Busco encontrar lo que encuentro buscando encontrar, y si no pudiera, correría por el corral, pues sin medir ni media carrera el miedo acorrala mi mitad, cierra en corro el cerro, acorralándome, mudándome a un modo medio mudo. Sintiéndolo santamente, me siento sondeando si sentimos sentimientos sentidos. Tejo tejas, pero en un tejemaneje, un tajo de tijeras ha tejado mi tajada. Volando a ras de suelo porque camino sobre las nubes, dando vueltas andando en línea recta. Completando con un complemento aquello que parecía completamente incompleto, ando dando donde dan dones. Guardo en la guarida huesos usados de mal agüero…

Y aún así, sé que sólo sé que si lo hubiera sabido, lo habría olvidado, como si no hubiera existido, para vivirlo, para poder volver a recordarlo, y escribirte lo que siempre he pensado.

No hay comentarios: